Consciente de la posibilidad real de una muerte prematura, producto de su
enfermedad, el escritor chileno Roberto Bolaño decide escribir esta obra magna,
casi inabarcable, con el objetivo de dejar solventado el futuro económico de
sus hijos. Con este fin dejó instrucciones para que su legado póstumo se
dividiera en cinco novelas que serían publicadas con la periodicidad de un
volumen al año. Sin embargo, una vez leído el texto los herederos deciden de
común acuerdo con el editor, Jorge Herralde y con el crítico Ignacio
Echeverría, al que el propio autor dejó al cargo de sus asuntos literarios,
publicar la novela en un solo volumen. De este modo respetarían el carácter
unitario del texto, en detrimento de los deseos (más económicos que literarios)
del autor.
Y es que, pese a estar escrita en cinco partes bien diferenciadas, 2666 es una novela total, de estructura
abierta, como Los detectives salvajes. En
sus páginas se entrelaza la búsqueda de Benno von Archimboldi, un enigmático
escritor alemán, de cuya vida nada se conoce, con los crímenes de mujeres en
Santa Teresa (trasunto de Ciudad Juárez), situada al norte de México en la
frontera con el desierto de Arizona.
2666 es, como El proceso de Kafka, una novela póstuma
más inacabable que inacabada, un relato abierto que se alimenta de sí mismo y
del resto de la obra del propio Bolaño, en la que el lector puede entrever el
umbral de nuevos caminos literarios que otros transitarán a lo largo del recién
estrenado siglo.