A Rose, la encargada de
mantenimiento de la Resistencia, le gusta Finn, pero Finn está encaprichado de
Rey desde el episodio VII, en el que la joven jedi parecía corresponderle. Pero
ella descubre en esta nueva entrega que Keylo Ren, el malote, le pone mogollón.
A Ren también le mola Rey, siempre y cuando su relación no interfiera en sus
planes de futuro. Ya se sabe, las diferencias de clase siempre fueron el mayor
obstáculo para el amor verdadero en las novelas de Jane Austen. Por otro lado,
nos queda claro que la tensión sexual no resuelta entre la vicealmirante Holdo,
una estirada Laura Dern, y Poe Dameron, el piloto con nombre y ojos de poeta de
Baltimore, se quedará en nada. Pese a que la vicealmirante parecía el relevo
natural de Leia en la saga, la princesa se aferra a la vida en este episodio
sobreviviendo incomprensiblemente a un vuelo por el espacio exterior sin traje
de astronauta y, ya puestos, una vez constatada su naturaleza inmortal deja que
la nueva se inmole heroicamente. Dado que fuera de la pantalla Carrie Fisher sí
que ha resultado ser mortal, no sé cómo se las ingeniaran los de Disney para explicar en la próxima entrega el deceso de un personaje más difícil de matar
que a Lobezno. Claro que siempre pueden hablar con los guionistas de Logan para que les den alguna idea.
En resumen, dos horas y
treinta y cinco minutos de miraditas, flirteos, mucho hablar y poco sexo. Típico
de Austen… y de Lucas. Que la fuerza del amor os acompañe.