Bajo la apariencia de ser una novela picaresca más escrita para hacer reír,
tan del gusto de la época, Quevedo da una vuelta de tuerca al género añadiendo
al uso de la sátira y del humor una sutil crítica social que emana de la falta
de intención moralizadora (de obligado cumplimiento por mor de la Santa
Inquisición). En El Buscón, el pícaro
Pablos, hijo de un barbero ladrón y una bruja, cuenta sus intentos infructuosos
por borrar las huellas de su origen. El relato está plagado de bromas, engaños
y timos, que en muchos casos (y ahí reside la novedad) quedan sin castigo,
excepto aquellas tramas en las que los personajes se hacen pasar por personas
de un estrato social superior. Y es que el tema principal, aunque de forma
velada, de esta novela no es otro que poner de manifiesto la imposibilidad de
ascender en la escala social.
En el aspecto formal destaca el uso de la hipérbole como elemento
humorístico y la inigualable facilidad con la que Quevedo utiliza el lenguaje
para la sátira social y la caricatura literaria, en un estilo que podríamos
denominar como “realismo hiperbólico”. Divertidísima.
No hay comentarios:
Publicar un comentario