domingo, 13 de mayo de 2012

EL ROCK DE LA CALLE FERIA de FRANCISCO GALLARDO


Una pandilla de amigos organiza un viaje a Amsterdam para ver en directo a Bob Marley. Así arranca El rock de la calle Feria, una novela de viajes al más puro estilo de On the road (título traducido al castellano como En el camino) de Kerouac, cambiando la banda sonora del bebop por el rock andaluz de Triana, y de por medio una historia de amor con aromas de azahar y Rayuela, en la que la Lola es una Maga flamenca y heroinómana, y la Sevilla de 1978 un París en pequeñito lleno de filósofos de taberna con una jerga a mitad de camino entre el existencialismo y las bulerías. Pero por encima de todo, esta novela es el retrato lingüístico fiel de una generación que vivió el cambio político que introdujo a España en la Europa del siglo XX con más de 7 décadas de retraso.

jueves, 10 de mayo de 2012

TE DIGO MÁS Y OTROS CUENTOS de ROBERTO FONTANARROSA


En esta recopilación de veinticuatro relatos cortos publicada en 2004, encontramos al Fontanarrosa escritor en estado puro. Hay que recordar que también es famoso por su trabajo como humorista gráfico (o como dicen en Argentina, historietista).
Los que no lo conozcan, descubrirán un escritor que maneja a la perfección el sentido del humor. En sus relatos nos reímos de una realidad tragicómica que no es más que el retrato personalísimo y descarado de nuestro día a día.
Divertido, ingenioso, genial; leer a Fontanarrosa es disfrutar, con todo el significado que atesora este verbo, de la lectura.

domingo, 6 de mayo de 2012

CUENTOS SIN PLUMAS de WOODY ALLEN


CUENTOS SIN PLUMAS de WOODY ALLEN
 Tusquets Editores recopiló en este volumen tres libros de relatos que Woody Allen había publicado de forma independiente: Como acabar de una vez con todas con la cultura, Sin plumas y Perfiles, en los que el escritor y director de cine neoyorquino ahonda en los temas que han dominado su carrera tanto literaria como cinematográfica: el humor, la filosofía, la cultura, el sexo, las mujeres, la religión, la muerte…
Leer a Allen, como ver sus películas, es entrar en el universo personal de alguien que se ha ganado el derecho a reírse de la sociedad y sus pilares a fuerza de reírse antes de sí mismo.

jueves, 3 de mayo de 2012

EL FIN DE LA LOCURA de JORGE VOLPI


En El fin de la locura, el magnífico escritor mexicano Jorge Volpi nos conduce por un viaje a través de la historia política de la izquierda y sus personajes capitales, que arranca en el mayo del 68 francés en París y finaliza en México con la destrucción del Muro de Berlín como telón de fondo y metáfora del fin de la utopía revolucionaria. Ácida, divertida y salpicada de un humor no exento de mala baba, esta novela resulta ser una lúcida (y a la vez lucida) reflexión sobre la orfandad ideológica de nuestra sociedad, producto de la perversión de las ideas por medio del poder.

domingo, 29 de abril de 2012

APUNTES DE JAZZ (especial 30 de abril de 2012. Primer Día Internacional del Jazz)


Fui aprendiendo a amar la música clásica las mañanas de domingo, en las que mi padre nos desperezaba con los acordes de las composiciones para ballet de Tchaikovsky, las sinfonías de Beethoven o las arias de Carmen. Mi relación con el rock fue, sin duda, más generacional. Fruto de una camaradería juvenil deseosa de compartir experiencias y subrayar la propia personalidad a través de la pertenencia al grupo.
Sin embargo, la conversión al jazz fue, desde el principio, mucho más íntima, más personal. Lo fui descubriendo de forma intermitente, a base de robarle espacio a la risa en las películas de Woody Allen, en las que siempre sonaba de fondo algún standard de los años dorados del jazz, o practicando el nomadismo radiofónico en busca de sonidos diferentes, menos convencionales.
Entré al jazz por las puertas que me abrieron Duke Ellington y Billie Holiday, Billie Holiday y Duke Ellington (no sabría decir el orden exacto). Me quedé prendado del ritmo perfecto que destilaban las orquestas del Duque, del sentimiento que se condensaba en la voz rota por la tristeza de Lady Day. Y así, sin darme cuenta, fui enamorándome del jazz. Transitando, al principio, por sus caminos menos escarpados, descubrí el ritmo festivo de los sonidos más clásicos procedentes del Nueva Orleans de principios de siglo o el Chicago de los años 20. Visité la luna con el verdadero Armstrong, el de piel oscura y trompeta imperial, y con la guitarra gitana de Django Reinhardt. Me balanceé al ritmo de swing de las grandes orquestas y me prendé del sonido cool de la trompeta de Miles Davis o el saxo de Stan Getz.
Poco más tarde, cuando ya estaba preparado para dar el salto, el saxo vertiginoso de Charlie Parker inyectó en mis venas el bebop con la misma avidez con la que él se inyectó la muerte en las suyas. Suerte que el talento de Bird daba para cambiar la historia de la música en solo unos años. Ahí se abrieron para mí las compuertas del jazz de forma definitiva. Y asistí a la reinvención de las armonías de la mano de Monk, y lloré, con décadas de retraso, la muerte de Clifford Brown y del hermano pequeño de Bud Powell, Richie, en el maldito accidente de coche que nos llevó a recordar a Clifford para siempre en una balada. Bailé a ritmo de funky con Herbie Hancock y Cannonball Adderley. Me convertí al sacerdocio de los Jazz Messengers y me enamoré al compas de 3 por 4 del waltz que Bill Evans dedicó a su sobrina Debbie. Me reconcilié con Sinatra, al que mi falsa pose moderna de roquero a punto estuvo de llevarme a negar tres veces, y ahora lo llevo bajo la piel de por vida. Enviudé de la trompeta de fuego de Lee Morgan, que tocaba como si supiese que habría de morir joven por culpa de los celos y quería tocarlo todo en una noche. Abracé toda la música del mundo en el saxo de Coltrane, que se encarnó en la garganta prodigiosa de Kurt Elling. Como el jazz, me fusioné con la bossa y los ritmos caribeños, o con los sonidos clásicos del Modern Jazz Quartet o Dave Brubeck. Y fusionando y mezclando recuperé el rock progresivo escuchando a Weather Report y volví a mis raíces en el piano flamenco de Chano Domínguez, en el que el clavel del jazz florece de forma espontanea.
Ya solo me queda aconsejaros que no cerréis vuestras ventanas al origen afroamericano de toda la música popular del siglo XX. No os neguéis al jazz. Él sabrá encontrar la fusión adecuada para que vuestros oídos se acostumbren y enferméis, como yo, de su rítmico virus sincopado. Como enfermó la música de George Gershwin o de Stravinsky, la de Frank Zappa o The Police. Y si no me creéis, escuchadlos atentamente.

LETAL COMO UN SOLO DE CHARLIE PARKER de JAVIER MÁRQUEZ SÁNCHEZ (especial 30 de abril “Día Internacional del Jazz”)


Novela negra al más puro estilo Dashiell Hammett o Raymond Chandler, que arranca en los años 90 con Eddie el Figura, un tipo duro con los 70 ya cumplidos (imaginen a Clint Eastwood en Gran Torino o a Robert Mitchum en Adios muñeca y desparecerá esa mueca de incredulidad de sus caras) narrándole a una joven periodista sus peripecias a mediado de los años 50 mientras investigaba el asesinato de dos chicas en Las Vegas, meca del juego y los asuntos turbios.
En sus páginas coinciden personajes reales como John Wayne, Sinatra, Dean Martin, John Roselli, Sam Giancana o Howard Hughes, con otros de ficción, no tan ficticios. Tipos duros, gangsters, estrellas de Hollywood, mujeres con curvas de infarto e historias de músicos de jazz (como la anécdota de los saxofonistas Charlie Parker y Louis Jordan que da título al libro). Todos los ingredientes de la mejor novela negra, incluidos unos diálogos tan agudos y rápidos como la trompeta de Dizzie Gillespie.

miércoles, 25 de abril de 2012

LOS DETECTIVES SALVAJES de ROBERTO BOLAÑO


Pese a su temprana muerte (murió en 2003 con sólo 50 años), este escritor chileno es, sin duda, uno de los autores más influyentes de la narrativa actual. Los Detectives Salvajes es una novela que narra la historia de un grupo poético autodenominado “realismo visceral”. Se trata en realidad de un homenaje al infrarrealismo, movimiento poético al que perteneció el propio Roberto Bolaño.
Cuenta cómo Arturo Belano y Ulises Lima se embarcan en un viaje en busca de una misteriosa escritora, Cesarea Tinarejo, desaparecida en México justo después de la revolución. Este thiller metaliterario, salpicado de un humor iracundo, está narrado en forma de diario en sus partes primera y tercera, mientras que la segunda queda construida a base de fragmentos de personajes relacionados con el “realismo visceral”.  
Publicada en los estertores del siglo XX, esta novela abrió nuevas vías narrativas que recorrer en el recién estrenado siglo XXI.