Segunda de las fábulas de apariencia fantástica (pero distintos niveles de
lectura) Nuestros antepasados de Italo
Calvino que junto con El vizconde
demediado y El caballero inexistente componen
su ciclo. El barón rampante, tanto
por ser de mayor extensión como por el retrato de la evolución del personaje,
es la que podemos considerar más novelesca de todas. Cósimo Piovanco de Rondó
decide a los doce años encaramarse a los árboles y no bajar nunca de ellos tras
rebelarse contra la tiranía familiar. De este modo hace que su existencia sea
singular, y su visión del mundo, al guardar distancia, única. Desde su refugio
arbóreo es testigo excepcional del convulso siglo XVIII.
El narrador, su hermano Biagio, es la antítesis de Cósimo, un hombre
apegado a la tierra, que se pliega a las convenciones y a las instituciones
(familia, Estado, ley, religión, educación) creadas por la sociedad y que
oprimen la individualidad. Cósimo es el máximo representante de las ideas de
Rousseau sobre la libertad en la Naturaleza y las excelencias del instinto.
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