martes, 28 de febrero de 2017
Andalucía, la que divierte
Hoy es el Día de Andalucía. Una conmemoración cada año menos sentida, que apenas sirve para darnos golpes de pecho y para que saquen idem nuestros políticos mientras se cuelgan sus medallas de latón con las que nos recuerdan sus raquíticos méritos, al tiempo que ocultan sus muchos deméritos tras su falso brillo.
En buena medida, Andalucía sigue siendo esa que divierte a la que cantaba Pepe Suero. Y la excusa no puede ser ya el olvido desde Madrid ni el desprecio desde Barcelona. Somos, a menudo, nosotros mismos y nuestras instituciones los que proyectamos esa imagen de pandereta, jarana y chiste fácil. Sí, nuestros políticos (en eso no nos diferenciamos del resto de comunidades autónomas) son incompetentes, aprovechados y zascandiles, pero no echemos balones fuera. Mucha de la culpa de nuestro atraso en materia de empleo, cultura, desarrollo y un largo etcétera, al que cada cual puede añadir sustantivos al gusto, la sustenta el conformismo cómplice de los ciudadanos de a pie, con nuestro chovinismo del "como aquí no se vive en ningún sitio" y el sinsentido provinciano de la rivalidad cainita entre capitales.
A estas alturas, Andalucía debiera ser bastante más que el soleado reclamo turístico de sus playas y sus fiestas. Bien está que un pueblo conserve sus tradiciones, pero eso no justifica que todo el panorama cultural y buena parte de su economía dependan exclusivamente de ellas. Ya es hora de que los andaluces nos levantemos y pidamos ser lo que nunca fuimos. Pero, para eso, no podemos limitarnos a protestar en las coplillas de carnaval. Nos sobra salero y nos falta vehemencia. No estaría de más que reserváramos la vocación de penitentes para la Semana Santa y vistiéramos otros hábitos menos sumisos el resto del año. Porque, reconozcámoslo, puede que ya los terratenientes no sean los únicos que van a caballo en las ferias y romerías de nuestra geografía. Pero disfrazarnos de señoritos a base de gomina y zapatos castellanos no es más que una ilusión óptica que no nos sacará de nuestra condición de plebe.
En nuestras manos está que nuestra tierra proyecte una imagen distinta. Dicho de otro modo, que para que en el resto de España se sepa que Andalucía no cabe en un anuncio de cerveza cargado de tópicos, somos los andaluces los que tenemos que dejar de creerlo.
martes, 28 de junio de 2016
RESISTE Y VENCERÁS
Aseguraba Cela que “en España, el que resiste, gana”.
Y vaya si ganó. Al reconocimiento público de una carrera literaria cimentada en
dos obras de indiscutible valor sumó el Príncipe de Asturias; el Nobel; un
Planeta, que no por ser dudoso fue menos suculento, y un Cervantes, según sus
propias palabras, “cubierto de mierda”. Hasta el momento en que le fue
concedido, claro, que pasó a ser lustroso y brillante como una patena.
Pero no crean que el de don Camilo es un caso
aislado de resistencia patria. Ni tan siquiera es el más significado. Ahí
tienen, por ejemplo, a Mariano Rajoy Brey, que fiel a su estilo don Tancredo
aguanta sin moverse desde el día en que fue señalado por el dedo sucesorio de
Aznar, convencido de que un político de tan escaso carisma no podría hacerle
más sombra que su bigote, ese que está sin estar, ni se atrevería a desmontar
el tinglado con el que el partido se financiaba. Cuando en 2004 perdió las
elecciones frente a José Luis Rodríguez Zapatero, Rajoy empezó a dar muestras
de su naturaleza de estatua y se sentó a esperar a que los vientos hiciesen
girar la veleta. Volvió a caer derrotado en 2008, cuando los primeros coletazos
de la crisis anunciaban el carácter de espejismo de una nueva legislatura con
gobierno socialista tan solo en lo nominativo. Tras recortes y malabarismos lingüísticos del ejecutivo,
el camino del líder popular quedaba expedito pese a la alarmante sucesión de
casos de corrupción en su partido. Gürtel, Púnica, Bárcenas, Palma Arena, Noos
y el sursuncorda valenciano no evitaron que el hombre impasible cumpliese su
destino y se erigiera en Presidente de todos los españoles (y mucho españoles).
No creo que Mariano, más lector del Marca que de los clásicos, se acordara del
Nobel de Literatura cuando llegó a la Moncloa. Pero en su etapa como presidente
convirtió el “resistir es vencer” en el emblema de su gobierno. Tras cuatro
años de apariciones en plasma, recortes y ajustes de cuentas (sirva de ejemplo
el tan traído y llevado IVA cultural), en los que el guano de gaviota se
extendió por los juzgados de España, Rajoy se mantuvo fiel a su estilo y
declinó bajar al barro de los debates durante la campaña electoral, dejando en
manos de su paladina Soraya el enfrentamiento con sus rivales políticos. El 20
D gana sin ganar, pero resiste.
En la que será la legislatura más corta en la
historia de nuestra ya no tan reciente democracia, deja que sean otros los que
suden en busca de pactos imposibles, presos de una acción que no los llevará a
ningún sitio, y se sienta a esperar la nueva convocatoria de elecciones confiado en recuperar en la segunda vuelta los votos que Ciudadanos le había restado
por el otrora tan disputado centro. Bien sabía Mariano que el castigo de los
votantes de derecha es tan corto como laxo. En una nueva reedición de su lema,
resistió y ganó. Y ahí lo tenemos, dispuesto a formar gobierno.
Hay que reconocer, no obstante, que no todo el mérito
es de nuestro marmóreo presidente. No debemos subestimar los deméritos
acumulados por sus rivales, esos que tanto le han allanado el camino. Ahí tenemos,
por ejemplo, al PSOE, tan parecido al PP cuando gobierna, tan preocupado de
pasar sus travesías del desierto de la oposición haciendo ver a sus posibles
votantes las diferencias que separan a ambas formaciones. Es entonces, y sólo
entonces, cuando desempolvan sus siempre postergados proyectos de renovación
del concordato y estados federales. Y es que la mejor definición de la
bipolaridad que caracteriza a los socialistas la hizo Alfredo Pérez Rubalcaba
cuando explicó que su partido era profundamente republicano, pero la monarquía
parlamentaria le sentaba como un guante.
Poco ha podido hacer Ciudadanos de Albert Rivera, es
cierto. Ese invento de laboratorio, tan parecido al PP como un PSOE con mayoría
absoluta, centra sus esfuerzos en pactar a cualquier precio. Y es que, aunque
al principio, gracias al atractivo de sus líderes, en especial el propio Rivera
e Inés Arrimadas, parecían salidos de un casting de las juventudes populares (esto
quedó desmentido al incorporar a Felisuco a su formación), poco a poco se les
ha ido poniendo tal pinta de CDS, que a poco que pasemos otra vez por las urnas
pueden acabar convertidos en UPyD. El caso de Toni Cantó, merece capítulo
aparte.
Y cómo olvidarnos de Unidos Podemos, ese piso compartido
por los cachorros de un Julio Anguita (quién te ha visto y quién te ve), que se
olvidó del “programa, programa, programa” y sacrificó la ideología (y a IU, que
firmó su acta de disolución con la confluencia) en busca de un puñado de votos
que no han servido para asaltar el cielo. Disfrazados, a prisa y corriendo, de
socialdemócratas, perdieron la autenticidad y el crédito ahuyentando a los electores
más saturados de “postureo” y se quedaron con la miel del “sorpasso” en los
labios.
En definitiva, que entre líderes guapos sin
sustancia, clónicos neoliberales y nuevos que se dejan llevar por el antiguo
viaje al centro, a Mariano le ha bastado, una vez más, con quedarse quieto. Y
es que, como dijo don Camilo, en España, el que resiste, gana.
viernes, 24 de junio de 2016
ES HORA DE VOTAR
He visto cosas que vosotros no creeríais: A Jorge Vestrynge
convertido en la mano derecha de Fraga. He visto al PP gobernar pactando con
nacionalistas catalanes y vascos. A Aznar hablando catalán en la intimidad y a
Albert Rivera en pelota picada en un cartel electoral. He visto a PSOE y PP
votando juntos para cambiar la Constitución sin preguntar a sus votantes. Todos
esos momentos se perderán como papeletas de UPyD en un contenedor para
reciclar papel. Es hora de votar.
jueves, 23 de junio de 2016
EL VOTO ES SUEÑO
¡Ay mísero de mí, y ay
infelice!
El cielo estoy asaltando
sin ganas ni frenesí.
Qué delito cometí
contra mí mismo votando.
Aunque si voté dudando,
entiendo que he perpetrado
delito de haber faltado
en el votar al rigor,
pues es delito mayor
el no querer lo votado.
Tan sólo por desterrar,
para apurar mis desvelos,
a los que tienen los cielos
si me da por no votar.
En qué más podré yo errar
para castigarme más.
¿No votarán los demás?
Pues si los demás votaron,
¿que ilusión atesoraron
que no tuve yo jamás?
martes, 21 de junio de 2016
VOTAR O NO VOTAR, ÉSA ES LA CUESTIÓN
Votar o no votar, ésa es la cuestión. ¿Cuál es más digna
acción del ánimo, dejarse llevar por el natural escepticismo y renunciar a la
acción para sufrir los injustos decretos de unos gobernantes elegidos por
otros, u oponer nuestros votos a ese torrente de calamidades eligiendo a quien
no nos gusta para evitar a los que detestamos? Votar es dormir. ¿No más? ¿Y por
un sueño creeremos que podemos acabar con las aflicciones y los innumerables
dolores? Votar es dormir… y tal vez soñar. Sí, el sueño nos invita a
imaginarnos dueños de nuestros destinos por el limitado espacio de tiempo de
una legislatura. ¿Quién, si no fuese así, soportaría la cola y la lentitud de
los presidentes de mesa, el tedioso recuento adobado con los comentarios de los
tertulianos de siempre, el mal pagado amor de nuestros gobernantes por nuestras
ya depositadas papeletas? Pero, ¡la hermosa tecnocracia europea! Graciosa
matrona, ¿qué hará ella con nuestro voto?
viernes, 19 de febrero de 2016
UNO DE LOS VUESTROS de MANUEL VALDERRAMA DONAIRE
Uno de los vuestros
es una heterodoxa novela picaresca situada en la Sevilla de principios de siglo
XXI. Siguiendo las claves del género, la acción está narrada en primera persona
por su protagonista, un personaje amoral y ambicioso, cuya confesión dibuja una
metáfora humorística de la España del milagro económico y la burbuja financiera
que estallaron en mitad de la crisis. José Anselmo, único hijo de un humilde
matrimonio de clase media, está obsesionado con el ascenso social y la riqueza.
Para cumplir su objetivo, no duda en casarse con una chica corta de
inteligencia, pero perteneciente a una familia adinerada. A lo largo del libro,
hará todo lo que esté en su mano para hacerse cargo del negocio de su suegro, una
academia que ha crecido gracias a su vinculación con los cursos de formación financiados
con fondos públicos. Hiperbólico y divertido, este relato sobre la impostura es
una crónica descarnada y cómica de nuestra sociedad, enferma de codicia, con un
desenlace sorprendente de rabiosa actualidad.
viernes, 4 de diciembre de 2015
Emily Dickinson, o el síndrome del ermitaño.
El Lector Irreverente nos ofrece su visión gamberra y desacralizada de clásicos de la literatura universal en el programa "Es la vida", en Radio Andalucía Información.
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