martes, 7 de enero de 2014

PIRUETA un microrrelato de MANUEL VALDERRAMA DONAIRE

Desde el trapecio, en mitad de su actuación, oyó el grito ahogado que surgió repentino entre el público, como si todos se hubieran unido en un solo ser de ojos espantados, en una sola angustia de bocas desfiguradas en una cicatriz inútilmente abierta a una barrera hermética de dientes. Poco después comenzaron las carreras desesperadas por la pista, el torbellino de zozobra bajo la carpa. Reconoció en el aire polvoriento del circo el aroma de lo irreparable. Lo vio dibujado en la inusual feminidad que destilaban las lágrimas de la mujer barbuda, en el espanto tatuado sobre el maquillaje de los ojos de los payasos, en el desconsuelo funámbulo del equilibrista.

Se limitó a terminar apresuradamente su número como una autómata, degradando su famoso triple mortal a la categoría de pirueta desganada, dejándose caer sobre la red con la liviandad de un hatillo de pétalos que fuera antaño flor. Solo cuando se acercó al tumulto y vio su propio cuerpo quebrado en aquella postura improbable sobre un charco de sangre carmesí descubrió el motivo para tanta tristeza y rompió a llorar, consciente de que la magia falsa del prestidigitador no podría recomponer esta vez el destrozo.

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