Yo
le ofrecí mi amor en un soneto
y
ella me lo aceptó con condiciones.
“¡Que
sea corto!”, exigió sin más razones
que
faltar a la métrica al respeto.
La
miré, no sin agrias intenciones,
y me
encontré de repente en un aprieto.
Tantas
curvas perfectas son un reto,
inspiración
de versos y canciones.
¿No
basta por sí sola la hermosura,
que
deja a los poetas sin aliento?
¿Necesita
una musa la cultura?
Ser
tonta no ha de ser impedimento.
Dedico
mi soneto a su dulzura,
a
la belleza pura, sin talento.
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