
Lo que no
aprendí es una reflexión sobre el modo en que construimos nuestros recuerdos,
envenenados de ficción a poco que montamos con ellos el relato de nuestra vida.
Porque los recuerdos son imprecisos y están preñados de silencios, de mentiras
y de verdades a medias; “Como esos sueños imposibles de reconstruir porque el
solo esfuerzo es doloroso”. Una novela sobre la infancia rememorada y las
relaciones familiares llena de poesía. Un relato en el que el cambio de
perspectiva final nos enseña que la literatura no nos da respuestas (los que
nos venden eso no son más que unos estafadores disfrazados de escritores). Más
bien, al contrario, es el arte de hacernos preguntas.
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