Cuando el historiador, arqueólogo y escritor, Fernando Penco Valenzuela ve
publicada una foto de Robert Capa en la que aparecen cinco milicianos del
frente republicano apuntando con sus rifles a un horizonte ocupado por una
cadena montañosa, foto que según el biógrafo Robert Whelan fue tomada el mismo
día y en el mismo lugar que la famosa Muerte
de un miliciano, se topa con una realidad ineludible. La foto no pudo
tomarse en Cerro Muriano, el lugar en el que el mismo Whelan la había situado. Comienza
entonces, junto al fotógrafo Juan Obrero Larrea una búsqueda por los enclaves más
probables, que culmina el 9 de mayo de 2009, día en el que encuentran el sitio
exacto en el que la imagen fue tomada, en la Hoza del Reloj, una colina a las
afueras de la localidad cordobesa de Espejo. Pero lejos de ser este el final de
la historia, Fernando empieza a encontrarse de frente con molinos de vientos
convertidos en gigantes. Su descubrimiento pone en tela de juicio la datación
de la foto y, por ende, abre la posibilidad de que esta sea una teatralización.
Inmediatamente, toda la maquinaria de la oficialidad (ya de por sí molesta con algunos
investigadores que apuntan la nada remota posibilidad de que la verdadera
autora de la foto sea Gerda Taro) se pone en marcha y Fernando se topa con el
afán monopolista del IPC, que ayudado por los medios que ejercen de portavoces
oficiales del universo Capa y de investigadores afines no están dispuestos a
permitir que sean otros los que se lleven la gloria.
Desde entonces el historiador cordobés ha tenido que sortear obstáculos y
eludir zancadillas hasta culminar su investigación con la publicación de este
libro, en el que además de contarnos los entresijos de esta rocambolesca trama,
que parece pergeñada por el mismísimo Graham Greene, expone al lector, como
Capa y Taro hicieran con sus cámaras, la odisea de los campesinos, víctimas de
la organización feudal y latifundista del campo andaluz, que huyeron de las
tropas franquistas. Como Capa y Taro (Taro y Capa), Fernando nos muestra el
rostro de aquellos que lejos de escribir la Historia, la padecen.
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